Empiezo a escribir este artículo con inseguridad e inquietud. Llevo 2 meses sin escribir y eso que he leído materia interesante… (sobre trauma, sobre la sociedad patriarcal y de dominación). Y tenía la idea de escribir un gran artículo sobre algo de ello. Pero se me hace grande… y hablando con un amigo y colega de formación, me ha sugerido inspirarme en la vida cotidiana. Y la verdad es que la vida diaria tiene mucho para contar, sobre todo en estos momentos de incertidumbre y de violencia.
Y parece que vivimos tiempos dificiles, de incertidumbre y de mucha violencia. O por lo menos eso es lo que reflejan las noticias. Y eso me hace pensar en la violencia con la que vivimos no solo exteriormente, sino interiormente. La violencia que nos genera la violencia exterior. La violencia que llevamos dentro y el dolor que nos genera esa violencia. ¿Cómo te relacionas con la violencia que te llega desde fuera? ¿Cómo te relacionas con la violencia o agresividad que llevas dentro? ¿Reconoces la violencia que tienes dentro? Esas son algunas de las preguntas que me genera la violencia.
Y algunas de las respuestas que me vienen son otras preguntas ¿Cómo pones los límites a esa violencia que te viene de fuera o mismo de dentro? ¿Qué haces con esa violencia? ¿Te encierras, te aíslas, te vas hacia el interior o te vas hacia fuera? ¿Sientes que a veces no puedes controlar la violencia que hay en ti o que no puedes ponerle limites a la violencia del otro? O simplemente no escuchas, no quieres sentir la violencia que viene tanto de fuera o de dentro y te haces la loca, pasas de ello… para unas personas sería una actitud egoísta, para otras lo normal, es lo que hay, otras dirían que hacen lo que pueden.
Algunas personas tienen muy reprimida la agresividad, que no siempre es violencia, y su actitud de buenísmo es agresiva, es la típica persona que quiere que todo esté bien cuando no lo está y no tolera la mínima salida de tono, por control, por imagen, por no saber qué hacer con lo que le genera su propia agresividad. Otras personas sin embargo tienen más reprimida su parte tierna y parece que son siempre agresivas/violentas cuando en el fondo es tierno… y les falla la forma.
La incertidumbre con el COVID, el momento de guerra (aunque esté a miles de kilometros, la tenemos todos los días en el telediario), la polarización de la sociedad, puede generarnos violencia, detrás de ella se encuentra la inquietud permanente, la inseguridad y el miedo. ¿Y qué haces con él? Esa es la cuestión. ¿qué haces con el miedo que sientes? ¿Taparlo, esconderlo, echarlo para fuera, disimularlo, rechazarlo, dramatizarlo, negarlo, reprimirlo, ridiculizarlo, proyectarlo, paralizarte, huir, pelearte, tragarlo o sencillamente sentirlo? ¿qué haces tú con el miedo?
Las personas podemos aprender a controlar y a cambiar nuestro comportamiento, pero solo cuando nos sentimos suficientemente seguras para experimentar con nuevas soluciones.
Cuando nos sentimos abandonadas, inútiles o invisibles, nada parece importar. El miedo destruye la curiosidad y la alegría.
Las personas que se sienten seguras y significativamente conectadas con los demás tienen pocos motivos para derrochar su vida consumiendo drogas o aturdidas delante del televisor; no se ven empujadas a atiborrarse de carbohidatos ni a atacar a los demás seres humanos. Sin embargo cuando nada de lo que hacen parece marcar ninguna diferencia se sienten atrapadas y son susceptibles al señuelo de las pastillas, de los líderes de bandas, de las religiones extremistas o de los movimientos políticos violentos; es decir, a cualquiera o cualquier cosa que les prometa algo de alivio.
Mas que otra cosa, sentirse segura con otras personas define la salud mental; las conexiones seguras son fundamentales para tener una vida significativa y satisfactoria. El reto es aprender a fomentar la reciprocidad: escuchar realmente y ser escuchada; ver realmente y ser vista por los demás.
Confiemos en nuestras fuentes naturales de cooperación y respuestas innatas de seguridad, reciprocidad e imaginación.
La guerra, la pandemia nos confronta constatemente con nuestra fragilidad y con la inhumanidad del ser humano hacia otros seres humanos, pero también con nuestra extraordinaria resilencia. También tenemos fuentes de alegría, creatividad, significado y conexión: todas las cosas que hacen que la vida valga la pena.
Si quieres volver a conectar con tus fuentes, ir a terapia o participar en talleres donde se fomente la creatividad, la conexión, el significado y la alegría no dudes en ponerte en contacto conmigo.
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