Sobre la naturaleza de la envidia y el arte de transformarse

¡Ay! la envidia qué emoción tan dolorosa… Todos la hemos conocido en algún momento de nuestras vidas, envidiando lo que tiene el otro, su casa, su coche, sus amigos, su pareja, su trabajo, sus logros, sus recompensas… incluso envidiando a la otra persona, por ser como es. Y cuánto sufrimiento genera… sufrimiento cuando vemos que el otro recibe y nosotros no.

Y qué difícil es evitar ese sentimiento cuando hay circunstancias que nos abocan a él… pues las emociones de tristeza y dolor se nos imponen incluso fuera de nuestra voluntad y no las podemos controlar. Pero lo que sí podemos controlar es lo que hacemos con ellas, podemos elegir el modo de comportarnos cuando sentimos envidia. Siempre podemos evitar la hostilidad hacia el envidiado, por ejemplo evitando ofenderle o maltratarle psíquica o fisicamente.

¿Pero qué es lo que nos duele tanto? 

Estar viendo que el otro está realizando algo que yo deseo y no estoy logrando.

La envidia surge y tiene que ver con el deseo. Es necesario reconocer que está. Es el primer y más importante paso, darse cuenta de que existe esa sensación, reconocerla. Surge cuando el deseo de eso que no tengo o deseo de eso que no soy. Viene por la vista… una se da cuenta de que no tiene eso y desea lo del otro. Primero genera mal, tristeza y suele generar daño a la propia persona y a su entorno. Lo insano es el resentimiento, comparación, ofensa del pasado, es muy lesivo, no se libera y es más peligroso para una.

La envidia parte de un agravio comparativo. ¡Comparar! Todos comparamos, desde los niños, los adultos y los ancianos (sí… los ancianos.. por ej. este tiene más salud que yo). Y la comparación es falaz porque solo vemos el “bien” del otro y no el “mal”, la comparación es sesgada… y ahí nace la envidia. Los celos van muy emparentados a la envidia, la envidia existencial, querer ser como es el otro. Tú eres tú y el otro es otro. Y eso desde siempre, los grandes escritores la han descrito maravillosamente, Shaskespeare, Shopenhauer.

Sentir que no lo logro porque no tengo recursos para lograrlo y nunca lo voy a lograr.

Aquí se trata de ver quién es una y ver los activos, talentos, capacidades que posee. Todos tenemos talentos, cualidades. Quizás el drama está en los formadores, los maestros, los padres que comparan. Y todo empieza por la envidia fraternal, con el espíritu comparativo, que se hace para estimular, es: si el puede tú también puedes o mira cómo lo ha hecho fulanita. Cuidado con la envidia existencial, el querer ser como es el otro. Tú eres tú y el otro es otro. Todos somos únicos, con unas capacidades, talentos únicos. Y claro si siempre se ha estado en la comparación eso puede llevar a una crisis de auto-estima y llevar a evitar mostrarnos, aislarnos, etc. Y no vernos… no ver lo que sí se tiene; lo que puede tener unas consecuencias graves en el desarrollo personal como profesional.

Sentir que no tengo suficientes deseos realizados en otros ámbitos para compensar ese dolor.

Como anteriormente, se trata de reconocer que se sufre de eso y ser capaz de identificar los propios limites y las propias posibilidades. Y hacer crecer las posibilidades, y así incrementar la auto-estima y no mirar tanto al otro, o incluso al otro que fuimos y así el sentimiento de inferioridad disminuye. 

Uno tiene suficiente consigo mismo cuando conoce sus limites y posibilidades, no necesita compararse. Y eso no tiene que ver con soberbia u orgullo…

En todas esas opciones vemos que esto nos lleva a tocar con el deseo que no estamos satisfaciendo. 

El asunto está en preguntarse si realmente nos podemos hacer cargo de ese deseo desde un lugar que no sea doloroso, desde un lugar en donde no se sufra.

Una de las soluciones es poner más empeño en satisfacer ese deseo. Y a veces, por más empeño que pongamos, es difícil. Entonces queda convertir esa envidia en ADMIRACIÓN.

La admiración es lo sano, quedarse perplejo ante las capacidades del otro, admirar como profesional, como madre, como amiga, como hermana… Y tampoco es que sea envidia sana, ¿qué enfermedad es sana? Pues cuando uno está sano, aplaude al otro en sus logros, lo admira y reconoce al otro y este otro se convierte en un estimulo, en un modelo.

Como puedes ver, la admiración te dará claves para poder aprender a acercarte a lo que deseas.

Podrás emplear la energía en superarte y mostrarte en lo que puedes sin compararte, ni denigrar a quién envidias.

Si necesitas acompañamiento para gestionar tu envidia, no dudes en tomar contacto conmigo. 

 

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